domingo, 20 de noviembre de 2011

El buen fin

Mi buen fin está lleno de miradas cómplices, de amigos que se abrazan entre la ciudad y el desierto mientras escuchan el canto del mar. Mi buen fin, es un camino de tierra que cambia sus formas bajo el sol; es el horizonte azul, curvo entre la blancura de las dunas de una mujer que sonríe. Mi buen fin se viste con música, se canta en coro en cualquier callejón o bajo la ducha, se lee en un libro viejo con olor al café que se han bebido todas las manos cariñosas alguna tarde lluviosa. Es un banquete, cocinado a fuego lento como una ofrenda que regala el mar al desierto. Es un desierto lleno de dragones apagando su sed entre las olas, una búsqueda eterna por la mirada que se aleja y se adorna con piedras preciosas que se levantan como queriendo alcanzar las estrellas. Es una estrella brillante retando a los letreros de neón a crear poesía.

Mi "buen fin", no tiene fin ni tampoco es bueno porque es república sin bandera, no conoce de quincenas, tampoco de aguinaldos pues la imaginación moldea su calendario.